diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Colaboran en este número

Osvaldo Aguirre
/  Carlos Ríos

Ana Porrúa
/  Carlos Battilana

Adriana Kogan
/  Ulises Cremonte

Antonio Carlos Santos
/  Julio Schvartzman

Javier Eduardo Martínez Ramacciotti
/  Fermín A. Rodríguez

Julieta Novelli
/  María Eugenia López

Felipe Hourcade
/  Carolina Zúñiga Curaz

Juan Bautista Ritvo

Curador de Galerías

Daniel García

Diseño

Adriana Bocchino

Paseo y experiencia: una invitación para los ojos
Álbum Puig, de María Eugenia Rasic y Paula Calvente, La Plata, Malisia, 2017.

 

Un nuevo libro se aviene a ser leído pero un nuevo bello libro invita, además, al paseo de la mirada. Este último es el caso de Álbum Puig. Realizado desde la pasión por la escritura, el archivo y el diseño ofrece un material único. En el marco de dos proyectos de investigación, “Comenzar el archivo, comienzos en los archivos” dirigido por Graciela Goldchluk y Juan Ennis, en la Universidad Nacional de La Plata, y “El archivo como política de lectura” dirigido también por Goldchluk para la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el libro se presenta como objeto de placer antes que resultado de una pesquisa puramente académica. Sin duda, estos proyectos de investigación han sabido realizar el ascético trabajo de la investigación científica para dar con un artefacto cuasi poético en torno a los papeles guardados de Manuel Puig.

Impreso en Papel viejo fondo, creado por Jonnoon028, hay que decir que no se trata solo de la mirada. Hay también algo del tacto que se aprehende en el deslizamiento sobre las páginas marfil, 20 x 20 en ocre suave, de una en una, envueltas entre tapas magenta morado. También merecen detenimiento las diversas tipografías empleadas dado que responden a un diseño pensado y calculado de principio a fin. Hay una editora, María Eugenia Rasic, un equipo de investigación específico para este libro –Delfina Cabrera, Juan Pablo Cuartas y Marcos Bruzzoni- y una directora de arte y diseño, Paula Calvente, que jugaron una apuesta fuerte: dar cuenta del archivo Puig de una forma novedosa y arriesgada. Por eso un álbum.

Y el álbum se abre.

Se despliega en dos partes precedidas por unas palabras preliminares de la editora, “Un paseo por el Archivo Puig”, y los recuerdos de Mara y Carlos Puig, sobrina y hermano custodio de los papeles del escritor, “El cajón se abre” y “Vitalidad”. Estas dos partes aparecen articuladas por un “Intermedio: El advenimiento”, donde se vuelca “[papelitos]” de Carlos Ríos, un poema meditación sobre los “papelitos” que llegan desde el escritor muerto: “¿qué escritor eras?” se pregunta y esa es la curiosa interrogación ante los manuscritos, garabatos, sobres, postales, dactiloscritos, cartas, fotografías, recortes, figuritas… cuya respuesta refractan, mediante la muestra, las páginas de este libro y el poema. Ir al álbum como ir a una exposición donde también se leen los grafos de una vida y se alcanza la “percepción de lo intangible”, “la escritura noctámbula”, “la escritura cuerpo” y el “cuerpo de la escritura”. Los títulos y subtítulos del índice continúan y se ordenan como poema.

La introducción de la editora cuenta el hallazgo: el encuentro con los materiales, la necesidad de la muestra y allí el desafío, en la era digital, por la apuesta a un libro que sea “una pieza capaz de recuperar […] el gesto manual de la apertura”. Pero hay más y ahí está el punto: “Bajo una araña de luz pálida dispuesta en el living de la casa descubrimos que en el tiempo de la espera de los materiales había una fuerza latente pujando por salir” (11). Hay algo que viene a sumarse entonces al “gesto manual de la apertura” del cajón de los papeles y es el encuentro con la escritura de Puig y con la experiencia de la investigación; “había algo más”, dice, ¿una intuición crítica?

La experiencia de una “energía vital” se ilumina en el paso de la oscuridad a la luz, del frío al calor, del blanco al color, de la quietud al ritmo… en el paso, nunca en un lado u otro sino en el deslizamiento ordenado de los papeles que el álbum muestra, el lugar donde aparecen los trayectos de una escritura y en ella la historia de una vida.

Mirar, volver a mirar. Leer, volver a leer. Al mostrar una selección de documentos, y un recorrido posible entre otros, se narra el trabajo de archivo para ofrecer el derecho a la mirada. El Álbum Puig avisa que el proyecto ARCAS de Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Plata (ver aquí) dispone en su portal de acceso abierto la totalidad de las imágenes del Archivo Puig. Aquí, en cambio, también avisa, se propone “una entrada” para pensar qué sucede frente al archivo, qué “nos” sucede puestos ante “eso”, ¿lo que nos mira?: la letra viva del escritor muerto, sus objetos dispersos reunidos por amor, el amor de la familia y la familia de les investigadores y les lectores, en/sobre este libro, la mesa del banquete que convoca más allá de un saber especializado para recuperar territorios “definitivamente públicos” en el desafío explícito a lo privado.

El Álbum… se planta doblemente como modo de resistencia: frente al “para” de la eficiencia y productividad mercantilista de la literatura como mercancía (últimamente, además, de sus borradores) y al “para” de la eficiencia y productividad academicista que, en el fondo, copia la lógica económica de la primera para no quedar fuera de sistema. Gesto audaz, el equipo que armó este álbum decidió hacerlo desde esa doble resistencia y el “resultado”, fuera de sistema, es un libro a la manera del autor que representa. Dice Carlos Puig: “Manuel era un gran lector de poesía y teatro abstracto. Era un descosido, porque siempre hacía otra cosa y porque nunca circuló por donde estaba la cosa seria del canon” (7). La cuestión es que el Álbum… cose en lo mínimo las partes y deja las costuras a la vista como elemento productivo del bello objeto. Deja espacio para que el lector cosa a su gusto. “¿Es necesario guardar esto? El deseo de lo mejor posible jamás iba a permitir omitir un papelito” dice Mara. Con aplicación, los siguientes lectores de estos “papelitos”, les investigadores, volverán a guardar, tras el “deseo de lo mejor posible”, escanearán los materiales, los titularán, los ordenarán de alguna manera, la suya, para brindar(nos) una fiesta.

A veces es la reconstrucción pero otras la diseminación. El Álbum… permite que nos asomemos al inconsciente de libros que habríamos leído alguna vez como versión final. Los papelitos se agrupan y dispersan: fragmentos, recortes, manuscritos y dactiloscritos tachados, intervenidos, sobrescritos. La escritura, a su vez, el garabato de la escritura, fija el paseo y hace que los ojos se detengan en la insistencia de la letra, de su forma y los dibujos que pueden verse, y tocarse, al borde de su desaparición: la letra manuscrita, el pase a máquina y sus tachaduras, las planificaciones y las reconstrucciones, los originales devenidos borradores recuperados por el Álbum.

La exposición pone en entredicho, una vez más, algunas cuestiones que obsesionan a los teórico-críticos de este principio de siglo: ¿dónde comienza un texto? ¿Dónde termina? ¿Cuál es copia, cuál original, cuál reduplicación, reescritura, adaptación, incluso traducción? El Álbum… pone a la vista la imposibilidad de definición e indica nuevos caminos para los procesos de la percepción y las operaciones de constitución del valor en el artefacto artístico. Hay algo del orden de lo emotivo que este libro pone al alcance de los ojos, intraducible críticamente, en los papeles escaneados y compuestos según un amoroso diseño: hubo una vez la mano de Puig sobre ellos, unos ojos, los suyos, que veían crecer en ese papel, hoy fotografiado y seriado en la reimpresión, un momento irrecuperable a través de las versiones más o menos terminadas que nos llegaron a través de las editoriales. Es posible que sea ese el punto más alto de este material: la posibilidad de acercamiento a ese momento, indefinible para el autor como para el lector, en el que un texto emerge. Podría decirse brota, se cocina, se va tejiendo. El momento en el que un texto todavía no es un texto y podría no serlo nunca pero, al mismo tiempo, ahí está, fue guardado.

En italiano existe una relación fascinante en el verbo “guardare” en el sentido de cuidar, curar, archivar y mirar, observar, contemplar. A partir de aquí una puede seguir la deriva de los sinónimos: quien mira razona o distingue, hace la guardia y vigila, pero también conoce, sabe, apunta, aprende. Quizá haya algo de esta deriva en el gesto primero de Puig al “guardar” ciertos papeles, en el gesto de Carlos y Mara Puig al conservarlos, en el del equipo de investigación al tomarlos como objeto de estudio, en la producción del Álbum…, en nuestra lectura. Se trata de “eso” que está allí, en el inicio, “eso” inexplicable que significa un comienzo, el momento de un comienzo y del que queda no más que un rastro, como un perfume que se desvanece, en papeles desleídos. El equipo de investigación y la editora buscaron la mejor forma para acercarlo a los lectores: el álbum. ¿De qué otra manera podría ponerse a disposición de nuevos lectores un archivo, la experiencia del archivo, los fragmentos de un archivo? La muestra, la invitación al paseo, el convite a la fiesta. Caminar las páginas del álbum, pasearlas con los ojos y las manos comparte las formas de la meditación, la transformación y el disfrute de lo irrepetible anidado en la conmoción de los primeros contactos, el roce. En un punto, el perfume de la magdalena embebida en el té al momento de tocar el paladar del niño, allá lejos, en el tiempo. Son recuerdos los que desfilan ante la vista, impresiones, encuentros, conversaciones insignificantes, únicas. Un rodeo para reencontrarse consigo finalmente. El paseo que se ofrece está movido por la curiosidad y el placer de un cierto flotar sin objetivo ni destino prefijado, la gratuidad del don. Creo, se trata de un umbral para apoyar los ojos. Frente a la edición de un archivo mediante el libro álbum los ojos pueden pasear curiosos, indisciplinados, por gusto. Pueden regocijarse en el paseo y el vagabundeo sin fin y, al mismo tiempo, en este caminar, hay una invitación al encuentro y la conversación, el disfrute del tiempo y la detención. No hace falta llegar al final. Por el contrario, el placer está en el demorarse de la letra escrita, a mano o a máquina, la interrupción de la lectura, el dibujito, levantar la vista, quedarse pensando, dejarse llevar.

El Álbum Puig desafía al mercado desde la producción de un libro casi artesanal, por selección, contenido y diseño, y desafía también la investigación institucionalizada al correrle los repetidos límites a la producción académica con un potente acto creativo. Por si fuera poco, desde el centro mismo de una universidad pública que lo propicia y por ello se reafirma y distingue. El Álbum Puig se ofrece como un tiempo de espera, un maravilloso entretiempo pleno, en época de pobreza y aceleración desbordada. Un lleno frente al vacío.

 

(Actualización julio - agosto 2018/ BazarAmericano)

 

 




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646