diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
Editora
Consejo editor
Columnistas
Colaboran en este número
Curador de Galerías
Diseño
Yenny-El Ateneo tiene 40 librerías en todo el país. Vendemos 5 millones de libros al año. Eso representa alrededor del 25% de las ventas de las editoriales más grandes. Las librerías reciben 13 millones de visitas al año. Tenemos librerías que van de los 40m2 a los 2.000m2, aunque en general son bastante grandes.
Nosotros vendemos “fondo”. Para dar una idea: los 100 títulos más vendidos en las librerías representan poco menos del 13% del total de las ventas. Esto un poco para ponerlo en relación con esa idea del editor que gasta un montón de energía en encontrar “la” novedad. A veces los editores gastan energías de más, me parece. La venta importante no viene de las novedades, sino del “fondo”. Para ponerlo más en perspectiva: los libros infantojuveniles se quedan con aproximadamente el 20% de las ventas de los salones.
La nuestra es una librería general. La composición de la oferta de nuestras librerías es la más amplia posible. Esto se explica por la ubicación de nuestros locales, por el target de nuestros visitantes, y por la oferta que podemos hacer, pensada en términos del tamaño de los locales. Desde libros para lectores de ficción, o incluso libros para quienes no leen ficción, hasta libros de poesía, por ejemplo, que son para un público muy exigente. Tenemos secciones de poesía con más de 1.500 títulos, por ejemplo.
El problema con las librerías generales es que si tenés un local de 100m2, lo más probable es que no puedas lograr una identidad. No te alcanza el espacio para ser una librería general completa. Entonces o tenés una librería mal surtida, o tenés que cambiarla. Hay tres tipos de librerías: la librería general, como las nuestras, las librerías temáticas, especializadas, como las de libros de turismo, o libros de arte, y las librerías de autor, donde de alguna manera el librero es el garante de que lo que hay en el salón es bueno. Son librerías como Norte, o Paidós.
En la Argentina se editan 25.000 títulos al año, entre novedades y reimpresiones. En España, la cifra es de 60.000 títulos al año. Yenny-El Ateneo tiene aproximadamente 100.000 títulos en stock permanente. La cantidad de ejemplares es de unos 250.000, porque de algunos títulos hay varios ejemplares. En una librería de 200m2 entran unos 25.000 títulos.
Tratamos de darle una lectura a la librería. Que el lector, si no quiere ser atendido (y es importante señalar que el 64% de los clientes que entran a la librería, cuando entran, no saben qué van a comprar), pueda moverse solo. En la primera mesa ponemos las novedades, que es lo que un poco cambia la mirada de la gente cada vez que entra. Cerca de esa mesa, ponemos los títulos que siguen teniendo peso, de los que se sigue hablando mucho y siguen vendiendo bien. Después, los sectores los vamos vinculando para que se sigan como en una lectura. Esto hace que el cliente de mueva solo.
Hace años que la relación entre el librero y el lector cambió. Los lectores ahora tienen acceso a muchísima información y profundizan solos sobre títulos o autores que les interesan. Por eso cuando van a una librería les gusta revisar por su cuenta.
Hay sectores de destino, como los de los libros más técnicos, por ejemplo, cuyos visitantes no suelen tentarse con otros libros. Van a buscar específicamente eso. Eso son los sectores que ubicamos más retraídos. Los sectores de venta compulsiva, en cambio, obviamente, son los más expuestos al paseo del cliente.
El orden por sectores es más o menos el mismo en todo el mundo: literatura internacional, literatura local, crítica literaria, poesía: se van agrupando. Como también se agrupan arte, arquitectura, diseño, decoración, etc.
En Estados Unidos las grandes librerías, como Barnes&Noble, directamente construyen sus propios edificios. Eso les permite mejorar la circulación, hacer una señalización más efectiva. Pero los sectores con que se organiza el material, son los mismos. La Central, que es una librería magnífica, de Barcelona, no separa las lenguas, por ejemplo. Si uno busca Borges, tiene Borges en castellano, en inglés, en francés, todo junto. Acá sí separamos las lenguas, pero igual que allá ponemos por un lado literatura internacional y por otro literatura nacional.
La cantidad de novedades editadas por mes se ha acelerado muchísimo en los últimos tiempos, aunque ahora parece haberse amesetado y se dice que va a bajar un poco. Yo creo que este incremento en el volumen de novedades tiene que ver básicamente con el abaratamiento del costo de hacer un libro. Hoy no se selecciona tanto qué se va a editar. Se edita cantidad. Sigue habiendo cosas muy buenas, por supuesto, pero la cantidad evidentemente tampoco es que haya traído mayor calidad. Para la librería, el incremento en el volumen de novedades es un problema, antes que nada porque implica un costo logístico oculto enorme. Hay otro aspecto, y es que el librero tiene que convertirse en una especie de segundo editor. De entre todo lo que le llega, tiene que elegir porque no le alcanza el espacio para exhibir todo. Así pasa que hay muchísimos libros que vuelven a la editorial sin haber tenido una oportunidad de ser expuestos. Es un sistema que además se encamina hacia la insatisfacción de los autores. Los editores deberían entender que su trabajo no se termina cuando el libro llega a la librería, sino cuando el librero entiende por qué el libro que le están mandando es un libro que merece ser vendido. Otro aspecto es el de la crítica. Al haber tanta cantidad de libros, muchas veces ocurre que las críticas en los diarios salen cuando los libros ya no están en las librerías, porque han sido devueltos.
Si un libro se vende, queda en la librería, se sigue reponiendo. Si un libro no se vende, depende un poco de la decisión de los gerentes de cada sucursal. Si consideran que el libro debe ser incorporado al fondo de la librería, porque es un autor que valoran, el libro queda en el “fondo”. El “fondo” de la librería es importantísimo. Es la forma de presentación más esencial que tiene un librero.
La presencia de los libros de bolsillo es importante, y muy positiva. Les corresponde un 5% de las ventas. Y a los libreros nos ayudan a acceder al público por precio, porque de otra manera no gastaría. También nos ayuda a acceder a un público que no tiene demasiado respeto por el libro como objeto, y esto en general se da en las generaciones más jóvenes. Y también ayuda a mantener títulos en el “fondo” porque editar un pocket para la editorial es mucho más barato que hacer una reedición. No veo que los libros de bolsillo sean una competencia para los libros más grandes. Creo que complementan y amplían el mercado.