diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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La tradición de los escritores argentinos que se dedicaron al oficio de periodista es ciertamente ecléctica. A principio del Siglo XX quizás la división era menos marcada. El escritor no tenía el aura que hoy –más o menos– posee. Roberto Arlt por ejemplo, simplemente escribía. Aguafuertes, novelas, cuentos. Escribía. Jorge Luis Borges publicaba ensayos y reseñas en revistas culturales, pero nunca debe haberse considerado periodista sino más bien ensayista, incluso en sus ficciones. Más acá en el tiempo, Osvaldo Soriano era periodista incluso cuando escribía novelas, particularmente porque asumía una posición enunciativa anclada más en la urgencia de la coyuntura que en la trascendencia atemporal de un libro. Algo parecido ocurría con Roberto Fontanarrosa, cuyo estilo parecía tener un pie siempre atento a su contemporaneidad cotidiana o para ser más preciso, callejera. Rodolfo Walsh fue escritor hasta que la estantería de la realidad se le cayó encima. Se transformó en un “nuevo cronista” preocupado tanto por los contenidos ideológicos de sus escritos, como por los dispositivos de circulación de esos mismos materiales. Y hoy tenemos a Juan José Becerra para quien nada de lo escrito le es ajeno. Conocedor de las particularidades genéricas se mueve como pez en el agua de distintas peceras, manteniendo sí, una frecuencia literaria autónoma, que no se deja contaminar por la práctica diaria.
La lista, más ilustrativa que exhaustiva, quizás sirva como introducción de este Escritos periodísticos de Antonio Di Benedetto nuevo libro que Adrian Hidalgo editora presentó este año.
Aquí nos encontramos con una compilación de los textos periodísticos qué desde la década del 40 publicó Di Benedetto. El volumen, de casi 600 páginas, incluye un anexo con entrevistas realizadas al escritor y sobre todo excelente prólogo a cargo de Liliana Reales. Este preámbulo sirve para dar cuenta de la vida de un autor que siempre parece quedar afuera tanto del canon borgeano como del canon lamborghiniano. En “Rastro de la escritura” Reales se encarga de presentar la vida en la redacción del diario Los Andes, los avatares de una profesión que, más aún en las ciudades del interior, pareciera que podría haberse realizado sin los esfuerzos tanto temáticos como estilísticos asumidos por Di Benedetto, quien en 1968 logra el cargo de subdirector del periódico andino. 1976 es, como se sabe un año bisagra. Justamente el 24 de marzo es detenido en las dependencias del diario. Comienza un largo martirio que incluye torturas y hasta cuatro simulacros de fusilamiento. Estuvo preso un año y siete meses. Después el exilio, y ya en 1984 un regreso difícil, pese al subsidio de un año que le otorga Raúl Alfonsín y que se suspende a causa de crisis económica. Muere en octubre de 1986.
Los textos periodísticos de Di Benedetto tiene su innegable lucidez. En muchos de ellos el motivo temático es el cine, las pulsiones vividas en los festivales, las opiniones y figuraciones sobre los directores de moda en las décadas del 60 y del 70. En varias de estas postales aparece una entidad textual explicitada: “el cronista”. “El cronista, a su paso por San Juan…” Un claro desdoblamiento, como si Di Benedetto autor, se pusiera un traje que lo vuelva ajeno o lo distancie de sí mismo. Y es qué resulta difícil ubicar marcas visibles que conecten al Di Benedetto periodista con el Di Benedetto escritor. Los narradores de “Aballay”, de los circunstancialmente objetivistas “El abandono y la pasividad” y “Caballo en el salitral” poco tienen que ver con “Las artes plásticas en Mendoza” o “Sábado inglés: la tarde y la noche”.
¿Qué tienen de distintivo estas notas periodísticas? Posiblemente esas entrevistas comentadas, que, como muy bien puntualiza Reales, se trata más de “un texto que se asemeja más al relato de una conversación que a la estricta transcripción de preguntas y respuestas de una entrevista tradicional.” O también en cierta capacidad etnográfica para saber dónde colocar la mirada, qué observar.
En una autobiografía, fechada en 1968 y escrita por encargo para una publicación de Alemania Occidental, Di Benedetto decía:
Una vez por algo que escribí, gané un premio, y después otro y después… hasta unos 20 de literatura, uno de periodismo y otro de argumentos de cine. Un tiempo quise ser abogado y no me quedé en querer serlo, estudié mucho, aunque nunca lo suficiente.
Después quise ser periodista. Conseguí ser periodista. Persevero. (…) Yo quería escribir para el cine. Pero en general no soy más que un espectador de cine y también periodista de cine.
(…) Prefiero la noche. Prefiero el silencio.
La actividad periodística es, por naturaleza ontológica, más estridente que silenciosa. Acá se encuentre, posiblemente, la diferencia entre los dos Di Benedetto. El autor de Zama trabaja en una trama que hace huecos en el espacio y en el tiempo de la narración. Cuando en cambio, trabaja como periodista, crea mundos, fija posiciones, presenta los aspectos materiales y visibles de diversos eventos urbanos. Posiciones claramente antagónicas que aparecen manifestadas en este libro, cuyo valor debe pensarse en la cuidada y exhaustiva edición de obra integral de Di Benedetto que con muy buen criterio ha sabido publicar Adriana Hidalgo.
(Actualización noviembre 2016 - febrero 2017/ BazarAmericano)