diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Colaboran en este número

Matías Moscardi
/  Osvaldo Aguirre

Carlos Ríos
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Julio Schvartzman
/  Federico Leguizamón

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Diseño

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Biografías del presente

Siluetas, de Luis Chitarrroni. La Bestia Equilátera, Buenos Aires, 2010.

Los primeros trazos de las Siluetas compuestas por Luis Chitarroni son unas líneas de Aira, rastros de Copi donde se lee: “Es como si los únicos cuentos de que dispusiéramos para contarles a nuestros hijos a la noche fueran la «vida y obra» de los escritores que amamos”. Este epígrafe adquiere varios sentidos cuando es un escritor quien refiere, porque entonces las historias de vida se encadenan en procesos ficcionales leídos también a través de generaciones literarias.

Siluetas es un libro de cuentos tímidos, del que se desprenden a veces hilachas puntuales de anacronismo”, subraya el autor en unas intituladas palabras iniciales.  Desde allí, es posible pensar en distintos antecedentes de esos movimientos que van del biógrafo al literato; uno podría hallarse en la biografía de Stefan Zweig sobre Balzac, novela extraordinaria que, antes que nada, tiene como personajes a ambos escritores. Pero quizás no sea ése el reflejo más adecuado para estos “cuentos tímidos”, no sólo por la distancia genérica que hoy perdería en tal caso relevancia, sino por la naturaleza singular de estas piezas que - paradójicamente- se encuentra en la multiplicidad de poetas, músicos, fotógrafos o pintores tratados (aunque el arco es extenso y no se limita a la rúbrica de una profesión). 

Las Vidas imaginarias, de Marcel Schwob, o los Sueños de sueños, de Antonio Tabucchi, se asemejan sí a estos pliegues de ficciones y vidas mediados por el decurso de una prosa poética. Sin embargo, más allá de las semblanzas, las narraciones implican aquí también una elección que podría llamarse “tangencial”, en tanto la serie incluye una galería de personajes.

De tal forma, si las figuras “célebres” se conjugan con personajes poco difundidos o simplemente imaginados, tal gesto puede entenderse además como parte de una problematización de estos términos, ya que el relato redescubre siempre o relee sobre la trama de lo establecido. Valga apenas un pasaje: “Ettore Schmitz no conoció en vida otro prestigio que el que le concedía la amistad de Joyce y Valéry Larbaud. (…) Las dos o tres cosas que sabemos de él, de Svevo, parecen no alcanzar, pero esa es una modesta virtud que comparten con los diccionarios y las enciclopedias”.

Esta “tangencialidad”, por repetir el molde tentativo, se condensa a la vez en fragmentos circunstanciales que, dados al relato, adquieren la impronta de un destino: encuentros, hechos sutiles, detalles que señalan rastros de un posible camino. De repente, el momento anterior a la creación, el abandono de la carrera equívoca o la perpetuación de un desvío. Sobre Muybridge se cuenta, por ejemplo: “En San Francisco, se dedicó primero a la venta de libros, ocupación en la que, tal vez involuntariamente, tuvo éxito. Luego, su destino, ávido de verdadera gloria, admitió la juiciosa intervención del azar.” O con la ironía que recorre el libro: “Con cierta deshonestidad, hoy podríamos decir que Du Bos tenía (…) siempre tenía una idea de menos. Esa especiosa contracción que lo conduce -como al protagonista de Next Time, de su admirado Henry James- en línea recta hacia el fracaso, esa decidida vacilación que le impone, entre dos alternativas, las más fallida y torpe”.

En este punto, podrían funcionar también otros posibles moldes de lectura: el del doble y el precursor; aunque no necesariamente separados. En primer lugar, amén de la época y un conjunto circunstancial de sucedidos, los precursores son los registros de las obras que, a la manera borgiana, se conciben en traslados recíprocos. Después, el “hacedor” se envuelve a su vez en una panacea de reflejos invertidos: “Hasta aquí, Enrico Dalgarno, que conoció prematuramente a Rilke y trató, en los últimos años, al traductor de Rilke al italiano, Giaime Pintor”; “Nacido para ser Wilde, Gogarty tenía que ser Mulligan: Buck, Málachi”; o, volviendo sobre Du Bos: “Había nacido para ser Proust, pero la ventaja de este hecho lo disuadió en lugar de animarlo, acaso porque Proust abusaba con anterioridad de tal condición”.

Al mismo tiempo, esta preocupación vuelve sobre el punto de partida, porque en muchos casos en el trazado de una silueta se amalgaman el artista “desconocido”, o “tangencial”, con aquel otro, el “consagrado” detrás o sobre el cual se difuminan las primacías. En simultáneo, si en Siluetas prevalecen, entre el corpus de narraciones que deberían inscribirse en el campo de la literatura o la cultura mundial, las que pertenecen  a la literatura o la lengua inglesa, la perspectiva del escritor subvierte cualquier jerarquía relevando los intercambios permanentes en las “repúblicas de las letras”.

Así,  abusando de una especie de terminología propia de Michel Serres, tanto en las vidas como en las obras están los puntos, las líneas rectas, pero hay también las curvas sinuosas, las paralelas o las redes de palabras, frases, acciones, personajes y planos. El fragmento más significativo, quizás, al respecto: “Esta intenta ser la puntuación de una de las vidas de Élie Faure, que tuvo tantas (vidas, ritmos, puntuaciones: vida militante, política, artista, coleccionista). Transcripción arbitraria de un biógrafo apurado. Cine de lejos. Bien dice Borges que hay modos de contar que impiden la identificación del sujeto biografiado”.

En última instancia, todas aquellas características de las narrativas actuales -sean la problematización del binomio realidad-ficción, crítica y literatura, la difusión de las fronteras genéricas o la impronta de las narraciones autobiográficas- se conjugan aquí con el ejercicio de la pieza breve, imaginerías en tercera persona que van dejando estelas, recuerdos y representificaciones de las culturas. Ningún libro es autónomo o aparece aislado; éste, vale aclarar, se completa posiblemente en el amplio recorrido de obras que invita a revisar.

 

(Actualización octubre-noviembre 2010/ BazarAmericano) 

 




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646