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El archivo en movimiento

Guadalupe Silva

El archivo en movimiento

Sobre:

El archivo del Este. Desplazamientos de los imaginarios de la literatura cubana contemporánea, de Irina Garbatzky, La Plata, Eme, 2024

Dice Legna Rodríguez Iglesias en la contratapa de El archivo del Este que, “más que el archivo del que se ocupa, quien se desplaza es ella. Irina Garbatzky”, la autora. Es una observación interesante que me gustaría tomar como argumento, para ir y volver sobre esta idea.

Porque el tema del libro es evidentemente ése: el desplazamiento. El índice lo grafica en esa especie de itinerario turístico o plan expedicionario hacia cuatro puntos geográficos: Berlín, Moscú, Pekín y La Habana. Es curioso este orden, porque el punto de partida, que sería la capital de Cuba, se encuentra al final, y los tres puntos geográficos del Este se ponen en orden de menor a mayor lejanía respecto de ese punto. Es como si se quisiera alejar La Habana lo más posible hacia el extremo oriente, más allá de Pekín. La Habana sería el oriente del oriente, el punto más remoto del mapa, en una circunvalación del planeta que regresa al punto de partida para entrar en la ciudad desde el otro lado.

Si bien todo viaje implica un desplazamiento del punto de vista, lo que en estos ensayos se pone en juego es un movimiento más elemental: la salida hacia fuera del sí mismo, del “id” de la identidad. En las experiencias del Este que estudia Garbatzky nos encontramos con un extrañamiento fundamental que hace de “lo cubano”, efectivamente, un lugar enrarecido e incierto. Estos imaginarios del Este hablan indirectamente de la historia de Cuba –de sus expectativas, sus desilusiones, sus hastíos, sus obsesiones, sus fugas y, en fin, su gran archivo–  y a la vez abren interrogantes sobre los límites de lo que sería una literatura cubana.

En la galería de extrañamientos que nos presenta Garbatzky podemos así reconocer dos puntos extremos. Uno de ellos sería La consagración de la primavera de Alejo Carpentier, con su apetito de mundo, su archivo monumental que trae todo hacia Cuba en un enorme “bazar cosmopolita”, pop y barroco. Y el otro sería Absolut Röntgen (2009) de Abel Fernández Larrea, con su “incesante permanencia en lo extraño” y su “deslocalización absoluta” de lo nacional. 

Decir “archivo del Este” en la cultura cubana de los años cincuenta a esta parte, que es el arco de tiempo que cubre el itinerario del libro –si bien se prioriza la literatura de los noventa y primera década del siglo XXI– es situarse en la perspectiva revolucionaria. Porque Alemania del Este, Rusia y China son los escenarios del paisaje comunista que pasaron a ser en determinado momento parte de la experiencia insular del mundo. Es un paisaje político, donde la idea de “Este” está cargada de connotaciones; es un mapa político en el que lo que rigen son las líneas de demarcación, las fronteras y las ciudades que organizan territorios: Berlín, Moscú, Pekín, pero también Cracovia, Praga, Chernobyl y muchas más ciudades y sitios imaginarios dentro de ese gran espacio a la vez exterior e interior llamado “el Este”.

Desde Virgilio Piñera, de la generación de Orígenes, hasta Abel Fernández Larrea, de la Generación Cero, la más reciente, pasando por Carpentier, Reinaldo Arenas, Jesús Díaz, Antonio José Ponte, José Manuel Prieto, Carlos A. Aguilera, Rolando Sánchez Mejías y Reina María Rodríguez, el libro de Garbatzky recorre muy diversos modos de situarse en relación con ese “Este”.

Cada caso es distinto y cada lectura enfoca diversos ángulos. Por mencionar algunos: el absurdo soviético de Piñera, la nostalgia barroca y fin de siècle de Prieto, el grotesco sadiano y conceptual de Aguilera, el Berlín de las ruinas de Ponte, la política de la fuga de la revista Diáspora(s), las genealogías íntimas y lejanas de Reina María Rodríguez… Todas son maneras muy distintas de inscribir el Este en el archivo cubano.

Y sin embargo hay un hilo conector que podemos descubrir debajo de este repertorio: el de la temporalidad de los paisajes. El Este, en estas figuraciones, está cargado de futuro, tensamente anudado a una idea utópica de futuro que cada uno de los textos a su manera rechaza o abandona. Incluso en la obra de teatro “Los siervos” (1955) de Virgilio Piñera, que se publicó antes de la Revolución Cubana, el régimen comunista ya es un error teórico. E incluso en La consagración de la primavera que Carpentier publicó en 1978 como una especie de monumento a la Revolución, el futuro utópico ya es un hecho del pasado. Lo que nos muestran estos ensayos es que la imaginación de Este es tácitamente un posicionamiento ante la Historia (la Historia con mayúscula), aunque sea para olvidarla. El escenario de fondo son esos paisajes de una modernidad en crisis, la mirada dislocada de esos mundos futuros del pasado.

Volviendo entonces a la idea del desplazamiento, debemos coincidir con Legna Rodríguez Iglesias en que, además de todos estos movimientos hacia el Este y desde el Este, de salida y de regreso a una Cuba alejada de sí misma, el movimiento más interesante de todos es el de la propia lectura. Porque también hay un extrañamiento del ojo crítico que sale del lugar común y encuentra otras entradas a los textos. Algo muy interesante de El archivo del Este es que lee por fuera de las discusiones habituales: fuera del debate político, fuera de las tensiones del campo intelectual cubano e incluso fuera de cómo los autores quieren ser leídos. Garbatzky lee desde otros lugares, por ejemplo: conectando el archivo del Este con archivos latinoamericanos como los del modernismo, el barroco, el neobarroco y las vanguardias. Pensando en las preguntas de la teoría del archivo (con Derrida, Foucault y González Echevarría), de los estudios culturales (las vanguardias, la relación modernidad / posmodernidad, las pautas culturales del comunismo y el capitalismo), y muy particularmente desde la biopolítica.

Garbatzky lee, en síntesis, a partir de cruces. Y lee sobre todo desde el Sur, desde América del Sur y el sur global, es decir por fuera de las conexiones con el Este y el Oeste, desde un lugar que sin dudas tiene algo que sumar a este sistema de paralajes y miradas desplazadas.

El archivo del Este combina tres cosas que apreciamos mucho quienes hacemos crítica literaria: es lúcido, es sólido y al mismo tiempo es amable. Me parece importante cerrar con esta valoración, ya que reunir estos aspectos es un mérito que no debe pasar inadvertido.

Mayo • Agosto 2025

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