SUECIA
GOTEMBURGO: De los primeros nombres que aparecen si uno se vincula con Escandinavia. Es una península que parece un archipiélago. El tranvía años 50 en forma de ese- S – cruza la ciudad. Montañas y ascensores eléctricos. Una visible comunidad de inmigrantes, ex refugiados.
Casas de cuatro pisos que datan de 1910. Las veo desde el transporte público. Hay buena conexión, llego fácil a los lugares. La comida callejera: el kebab, la salchicha, albóndigas con puré de papas. Subo en un colectivo el sábado a la noche, el colectivo lleno en plan fiesta, empiezan a cantar una canción. No sé si se dirigen a mi, estoy cansado, o es por algún casamiento o cumpleaños. Cuando me quedo sin teléfono y sin mapa para volver, el chofer del colectivo y un anónimo en la madrugada me ayudan.
WAY OUT WEST FESTIVAL, AKA W.O.W.: Edición número 17. El festival se realizó en el Slottsskogen, en parque de la ciudad, en la estación Linnéplatsens.
COMIDA DEL LUGAR: Pizzas vegetarianas, sidra libre o con poca graduación alcohólica. Olor a marihuana: cero. Seguridad y policías custodian el lugar.
Festival limpio, sutil.
LOS HERMANOS GUTIERREZ: Es uno de los recitales que más disfruto y emociona. En el siglo XXI, pioneros en poner a Latinoamérica en el mapa musical internacional, nombrándola.
BETH GIBBONS: toca descalza. Usa ropa como si recién saliera de arreglar el jardín. Seis multi instrumentistas recrean el sonido de la psicodelia. Su voz aguda de tono alto cura entre la melancolía, por momentos canta como a un metro del micrófono y de espaldas. Al final del recital me saca una sonrisa.
IGGY POP: Avanzó lo más cerca ladrando como perro en el tumulto con los primeros acordes de “I wanna be your’e dog”.
El público son adolescentes impávidos que parecen no conocerlo y fans adultos mayores contemporáneos a Iggy. Las canciones son para bailar y en su esencia está el pop de los sesenta y el hipismo. Iggy Pop es un poeta que llevó su arte a un nuevo nivel.
Al terminar el show Iggy se los compra a todos. Iggy rey. Un rey se nota, hay una cualidad que después de su actuación se hace evidente. Iggy Pop deja esa sensación. Acabamos de ver a un rey. Un aristócrata de la expresión. Al terminar el recital sale solo como un perro salvaje, como un gorila feliz a demostrar su cuerpo y su mente, su espíritu en esta tierra. Se golpea el pecho. Baila, hace morisquetas.
Antes, al bajar se pierde entre el escenario y la gente. Al subir parece algo peligroso, tiene 78 años. Se acercan para ayudarlo, veo sus ojos abiertos al infinito, no se pierde nada. Mira la eternidad, el horizonte, el cielo, sube de espaldas al escenario como cuando uno se sienta en una baranda, con los tríceps, esos músculos que nadie usa mucho.
Después dice: “I need special wáter”. Con su voz de Bukowski y poeta. Un asistente le acerca un pequeño termo plateado.
El show empieza con todo. A la cuarta o quinta canción ya están con “The passenger”.
Momento surreal y esperado. Bravo Iggy, grito. Al final la cortina del fondo dice: The End.
SEUN KUTI & EGYPT 80: Afrobeat, ritmo creado por su padre, Fela Kuti. Comienza el recital y empieza a llover. En mí sistema espiritual, dice, cuando llueve es porque se presentan nuestros antepasados. Bailo afrobeat bajo la lluvia con los brazos arriba y las palmas al cielo.
Al terminal su recital para la lluvia, sale el sol.
TWERK: danza oriunda de África, que conecta el pie con el talón y retumba en el bamboleo de las nalgas.
CHARLI XCX: su joven público de chicas son las que más onda llevan; parecen marginales marcadas con medias en red y manicura fluo. Cuando comienza Charli XCX, realiza un twerk. El público estalla.
WET LEG: Al comenzar el recital la cantante hace con los brazos como fisiculturista. El público estalla.
ESCENARIO DUNGEN: Bailo música electrónica en Suecia.
Llego al Folketeatret, en la estación Pustervik.
Escucho a YTTLING JAZZ el octeto sueco remite a Astor Piazolla. En un momento invita a una cantante sueca. El único lenguaje universal es la música; con la impronta que la naturaleza da a cada población.
DINAMARCA
HUMLEBÆK: Si sos rico vivís en Humlebæk, me dicen. De la estación al museo de Lousiana se hace lo que yo llamo la procesión hípster, o la procesión de los modernos. El segundo día, primera vez que lo veo así, por la cantidad de gente parece Punta Corral.
LOUSIANA LITERATURE
ÉDOUARD LOUIS: pegó mucho en Escandinavia, su historia de joven gay del proletariado (concepto europeo) de un pueblo del interior que desea salir de su entorno identifica a mucho lectores. En la charla dice que odiaba a su hermano. Cuando pronuncia la palabra “odio”, remite más a un sentimiento humano.
Ese día al volver, la estación de tren está abarrotada. Alguien dice, como Roskilde- el festival. Cuando el tren llega a Norreport, que conecta al barrio de los estudiantes y modernos (ex barrio obrero), el tren se vacía. Un vagabundo que pasa por el pasillo pregunta: ¿de dónde viene tanta gente? Una chica le dice: de Lousiana, el museo, de un festival de literatura. Cara de “a dónde está yendo el mundo”. El año pasado una amiga me preguntó lo mismo.
ALANA PORTERO CHARLA CON ÉDOUARD LOUIS: Portero presenta su novela La mala costumbre. Louis dice que es de lo mejor que leyó en su vida. Cuando Louis nombra Los tres cuentos de Flaubert, por el tiempo narrativo, ella se entusiasma: You’re good, le dice. Parece uno de los pocos momentos en donde se habla de literatura, además de la típica presentación formal de un libro ante multitudes.
JONAS EIKAS presenta Åben himmel (Open Heaven, 2024) una novela sobre chicas que deciden armar su propia comunidad, tema en boga por acá. Eikas también publicó Lagaret, Huset, Marie (2015, The storehouse, The Domicile, Marie) y Efter solen (2018, Después del sol).
TARRAK es un groenlandés rapero, de 22 años. Groenlandia todavía es una colonia de Dinamarca, muy marginalizada, así que el recital bordea lo correcto. Termina el recital con un canto de shaman, junto a unas amigas que hicieron sus coros en las bases de sus canciones, hip hop danés con tintes folclóricos de su origen. Momento único y de primera mano.
LAURIE ANDERSON. Con dos I pad, un teclado, unas peladeras, sola, es una cuenta cuentos. Pone imágenes realizadas con inteligencia artificial, con Elon Musk y los votantes de Trump. Cuenta sobre cartas que de niña le escribió a un Kennedy. Cuando en la segunda respuesta le llega un ramo de flores, dice: todas las mujeres del pueblo amaron a Kennedy. Baila con su violín invisible, y al final de su presentación realiza junto al público una sesión de, oh Lou Reed, tai chi.
Inspirador siempre el Louisiana Literatture en donde las minorías son expresadas aunque se puede sentir el Síndrome Stendhal de lo políticamente correcto, de la situación actual, tanto así como del arte en general. El museo de Louisana, al fin y al cabo, nunca falla. El libro que presenta Anderson se llama El país del amor. Me recuerda la frase de William Blake: todo es infierno, solo es el bien el camino de dios.
Septiembre • Noviembre 2025