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La temprana muerte de María Eugenia López

María Eugenia López

“Antes de morirme quiero manejar una ambulancia y encontrar un fósil de amonites”, dijo María Eugenia López antes de morirse.

 

Me acuerdo de cada segundo de ese día. Se me incrustó en la memoria y es demasiado. Son imágenes que jamás podré olvidar. Pensamos que la vida será dentro de todo tranquila y ni nos imaginamos el horror. Y me han pasado cosas duras, pero nada fue más terrible que eso. Hace cuarenta y ocho años, a poco de comenzar la primavera, un evento cerca del bosque cambió el pueblo para siempre. Recuerdo que salí y de pronto me vi en completo silencio. Estaba fresco y lo único que resbaló por mi garganta como un vapor fue no puede ser, no puede ser posible. Ahí comenzó la pesadilla. Cada vez narro lo que pasó un nuevo detalle viene a mi mente y la historia cambia, completándose. Quizás lo borroso nos permite seguir adelante sin enloquecer. Si pudiera volver en el tiempo...

 

El sudario de María Eugenia López

Concierto para trompeta y pequeña orquesta (Sergei Nakariakov: Jörg Widmann, “Ad absurdum”). Los subtítulos automáticos traducen de la nada: “tú, tú, yo te quiero, no, no”. 

 

Cuando un animal lame a otro no está solo pasando una lengua por la piel cercana. Los pelos cargan el barro con trozos de plantas, piedras, microzoos. La lengua arrastra lo ajeno, hace un camino, lo ingresa. En el trayecto se tocan las papilas gustativas y la parte interna del olfato. Entrecerrando los ojos, el cerebro reconstruye lo que fue incorporado. Pedacitos de recuerdos, sonidos inventados. El interior pasa a ser un paisaje y su repliegue. Un paisaje a su manera. Algún sentir, un sentir, un sentir con otros.

 

Arqueología histórica en el desierto de La Plata a partir de los restos de María Eugenia López

“Mi abuelo decía que no hay lo caro o lo barato sino lo más o menos costoso”, entrada de su diario.

 

Había un poco de azúcar, un poco de café, sal, hay muebles, sí, pero no encontramos más que un teléfono viejo y algo de ropa de un masculino. Entramos por la ventana. Solo rompimos la puerta que da al pasillo, pero adentro había una ventana abierta y entramos por ahí, doctora. La vecina del departamento 7 no se quería meter, pero dijo que de noche se escuchan ruidos. Ahora solo había un cartel en una hoja A4 que decía propiedad privada y otro de una cooperativa. En el baño había materia fecal.

 


Septiembre • Noviembre 2025

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