diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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En reseñas:

Florencia Garramuño
Elogio de lo inacabado

Ensayo de vuelo, de Paloma Vidal, La Plata, Estructura Mental a las Estrellas, col. Madriguera, 2020.

Cuando leí Ensayo de vuelo de Paloma Vidal pensé enseguida en una de mis frases predilectas de Clarice Lispector. Esa frase introduce, dentro del libro A Legião Estrangeira, una segunda parte titulada “Fundo da Gaveta” (Fondo del cajón) que posteriormente iría a ganar autonomía y publicarse de modo independendiente en el volumen titulado Para não esquecer (Para no olvidar). Dice Lispector allí:

 

Gosto de um modo carinhoso do inacabado, do malfeito, daquilo que desajeitadamente tenta um pequeno voo e cai sem graça no chão.” (Me gusta de um modo cariñoso lo inacabado, lo malhecho, aquello que torpemente intenta um pequeño vuelo y cae sin gracia en el suelo”.)

 

Como en esos textos breves que Lispector asocia a un organismo vivo – el vuelo de un pájaro, o, mejor, de una gallina – Ensayo de vuelo de Paloma Vidal – como, por otro lado, todos sus textos ficcionales – entrelaza escritura y vida de un modo que parece contraponer, ante una idea de literatura como institución poderosa, integrada al mercado, consciente de sí misma, una escritura frágil y precaria que se exhibe ante el riesgo de caer “desajeitadamente en el suelo”. Pero si en los otros libros de Paloma Vidal ese riesgo de la vulnerabilidad tersaba apenas la superficie de su escritura, Ensayo de vuelo, en cambio, hace de esa fragilidad el núcleo duro del relato. El libro se escribe en el bloc de notas de un celular en un viaje de avión de no más de dos horas entre Buenos Aires y San Pablo. Es, en ese sentido, un ensayo de texto, un texto que se escribe en la contingencia del viaje, según cómo el teclado predictivo va terminando las frases y según lo que la velocidad de la escritura, constreñida en el límite temporal de lo que dura el viaje de avión, permita. De hecho, el texto comienza cuando la narradora sube al avión y termina exactamente cuando el vuelo aterriza, ya en San Pablo.

Esas constricciones convierten el relato en un experimento textual - un ensayo en ese sentido más científico del término: a ver qué sale, con esas constricciones, y en ese soporte tecnológico. Pero Ensayo de vuelo es también una pregunta sobre cómo continuar con una vida cuando esa vida, o al menos el camino natural según el cual venía desarrollándose, da “un salto al vacío.” En ese otro sentido, la escritura es también un modo de explorar ese momento en que la vida misma despliega la vulnerabilidad de un trazado que, suspendido en un momento de cambio, puede trastocarse para siempre.

Sola en una fila de tres asientos la narradora se apura a escribir, catapultada por la lectura de dos libros de otras dos escritoras argentinas que se exiliaron – como ella de niña, pero ellas de adultas. La narradora asocia esos libros y las experiencias de esas chicas que “contradicen el tiempo” con el viaje reciente de su su hermana cinco años menor, que con dos valijas de 32 kilos, el máximo de equipaje permitido, partió a vivir al extranjero:

 

cada vez que pienso en su viaje me viene la imagen de un salto al vacío” (p. 13).

 

El libro tiene apenas 30 páginas, escritas sin mayúsculas y sin corte de párrafo. Un texto breve, como los de Clarice Lispector del fondo del cajón, que Silviano Santiago nombra como textos breves para evitar las rúbricas tradicionales que separan al cuento de la crónica o de la anotación. Porque un texto breve es, sobre todo, aquel que ha abandonado cualquier otra constricción que no tenga que ver precisamente con la pulsión de la escritura.[1] Se trata de un libro chiquito, en el sentido que le da Tamara Kamenzsain a esta expresión en Libros chiquitos, un libro que comienza precisamente con la lectura de este libro de Vidal, en portugués (ese comienzo se incluye, además, en la solapa de Ensayo de vuelo, continuando en el límite de este libro la trama de lectura y escritura que organiza Libros chiquitos). Un libro chiquito puede ser, como el libro de Paloma, un libro breve, de pocas páginas. Pero lo que define a un libro chiquito no es su extensión, sino, podríamos decir, su levedad. Son libros que rozan la ficción, que no se deciden por un género, que se anudan a una experiencia cuya intensidad aparece sin pretensiones: es lo que hay, y con eso, con lo que hay, se escribe, sin buscar ninguna obra magna o elaborar pretensiones literarias de pertenencia a una institución que huele, demasiado, a patriarcado. Son libros por eso también femeninos en el sentido que le da Hélène Cixous a su concepto de écriture feminine: una escritura libidinal, abierta al riesgo y a lo desconocido. Resulta que Cixous, la gran filósofa feminista francesa, leyó a Lispector, justamente, para precisar los contornos de ese concepto.[2] Queda claro entonces que si Ensayo de vuelo es un libro feminista, no lo es porque vocifere posiciones de género, sino porque se trata de un libro que pone a la precariedad y al desamparo – palabra central en el libro – en el centro de la escena. La precariedad de las dos narradoras que, nel mezzo de sus vidas, promediando los cuarenta, deciden dar un vuelco a radical y lanzarse a lo desconocido, la de la hermana de la narradora con sus dos valijas, sola en otro país, y la de la propia narradora que al hurgar en estos viajes se enfrenta, suspendida en el vacío por el avión, a su propio desamparo:

 

hay algo en el desamparo de las tres que es muy parecido. a él me acerco y de él me alejo (p. 25).

 

Sabremos después en la siguiente novela de Vidal que acaba de publicarse en portugués, Prehistoria, que “la larga separación” que la narradora de Ensayo de vuelo estaba atravesando en ese libro acabaría en una separación definitiva que implicó otro “salto al vacío”; este, de la narradora. Ensayo de vuelo puede ser leído, entonces, como un ensayo de vuelo en un sentido literal: escribir sobre los saltos al vacío de esas chcias es también escribir, ensayando, otro salto al vacío: el propio. Ensayar, entonces, a través del vuelo de ellas, el vuelo de la narradora. Desajeitadamente.

 

[1] Silviano Santiago, Bestiário, p. 152. En Clarice Lispector, La legión extranjera, traducción de Paloma Vidal, Buenos Aires, Corregidor, 2011.

[2] Hélène Cixous, Readings with Clarice Lispector.

 

(Actualización septiembre-octubre 2020/ BazarAmericano)


9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646