diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Breve antología de poesía eslovena
(Traducciones de Julia Sarachu)
Svetlana Makarovič
(1939)
Cumpleaños
Maldita la hora, en que cayó la semilla,
maldita la hora, la tierra y el cielo.
Maldito el viento, con el que llegó,
maldita la lluvia, que ablandó la tierra.
Maldito sea el golpe del hacha antigua
y la cama, hecha del árbol.
Malditas las brisas templadas que anuncian la primavera,
maldito el primer hombre y la primera mujer.
Maldita la mano, que tejió la tela,
maldita, la que preparó la cama,
maldita la ventana, las ramas del manzano,
malditos los pétalos de flor sobre las mantas,
malditos las uñas clavadas en la espalda, el puñal en la carne,
los dientes en el pecho maldito, la mentira al oído,
malditos la luna nueva y el sudor y la sangre pegajosa
y la hora, cuando el fruto amargo se hace miel.
Maldita la sangre de la sangre, el corazón del corazón,
maldito el primer aliento y la luz del mundo.
Zarzal
En la montaña no vengas de noche a cortejarme a la ventana,
no serás mi marido, ni mi hermano,
nadie reconoce a nadie
en ningún lugar de este mundo.
En la montaña no vengas de noche a cortejarme a la ventana
y no me llames desde el abismo,
la voz que escuchás, no es mi voz,
es sólo un eco, esa no soy yo.
Si venís, te mato
y te reinvento
en la forma del zarzal
bajo el chaparrón de la lluvia de mayo.
Cuando la rama se llena de espinas,
te aprieto contra mi corazón,
cuando me hieras hasta la sangre,
sólo entonces sabré, quién sos.
La aguja
Camina camina la aguja silenciosa
ligera, con pasos minúsculos de acá para allá,
cose con apenas visible hilo
uno con el otro.
Que siga cosiendo, que siga cosiendo
a mí con vos, a vos con él,
cuanto más densa es la costura,
menos palabras pronuncio.
Pincha, tira, tensa
delgado, filoso, hilo ardiente,
cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde,
con mil puntadas estás cosido.
Garganta con garganta, la tuya con la mía,
cada vez más denso, cada vez más fuerza,
la piel se injerta en otra piel,
cada vez más apretado, cada vez más cálido.
Junta las mejillas, las espaldas,
los pechos, los miembros sudados,
ya siento tu aliento de odio,
ya no podés apartarte de mí.
Qué es mío, qué es tuyo,
apuntas con la piedra entre mis ojos –
la aguja se apura, pincha la palma,
que se afloja y la deja caer.
Lo que fue anudado,
no se puede desatar
y lo que fue arrugado,
nunca más se alisa.
A uno se le corta el aliento
y presiente y reconoce.
El camino se revela solo.
Es un camino para uno solo.
Se estremece con fuerza, se lanza,
arranca la piel de los huesos,
se levanta entre los harapos del cuerpo
y se pierde en la oscuridad.
Allá en lo desconocido. Allá en lo alto.
Fue y es y será.
Allá en lo infinito. Allá único.
Esa estrella sobre la montaña.
De Mujer ajenjo (Gog y Magog, 2010)
Edvard Kocbek
(1904-1981)
Ya no está el amo
A la luz clara de la luna se abre
una dulce vista del cosmos
pero me molesta; o algo le falta al ojo
algo anda mal con la imagen del mundo
me vuelvo intranquilo y siento:
ya no hay amo.
Un aplastante vacío está en los colores
susurra un repentino temor en mis palabras:
ya no está el amo.
Miro al sol y a la gente,
se encuentran fugazmente, al trasladarse
y no se comprenden ni en las pequeñas cosas
ahora sé: ya no tenemos amo.
Miro obstinadamente y hacia delante, aglomeración en la historia
y vacío en la ciencia y las leyendas:
todas las totalidades se desmoronan, porque ya no hay amo.
Ya nadie sabe qué es el bien y qué es el mal,
los hábitos se trituran, la muerte aterroriza a la gente:
en silencio saben: ya no conocen un amo.
Los niños empezaron a crecer rápido y amarse
como yuyos venenosos y salvajes, porque no está
el amo. Alguien suavemente desató
la música, todos los demás borrachos
la taparon con gritos, porque ya no conocen el temor
al amo. Una joven en el rincón derecho
me mira, otra llega del lado izquierdo
y de pronto hay una multitud de gente libertina
como si ya no hubiera mandamientos y prohibiciones,
sobre nosotros rumorea el viento y el mundo
se vuelve al revés, las corzas corren por nuestras
sombras, los peces atraviesan veloces nuestras vallas,
ya no está el amo.
Dialéctica
El constructor derriba casas,
el médico acerca la muerte
y el jefe de bomberos
es el incendiario secreto,
esto lo dice la dialéctica sabia
y la Biblia dice algo parecido:
quien esté arriba, estará abajo,
y quién sea el último, será el primero.
En lo del vecino hay un fusil cargado,
debajo de la cama se oculta un micrófono
y la hija es el informante.
El vecino sufrió un ataque,
un cortocircuito quemó el micrófono
y la hija se va a confesar.
Cada uno se agarra del vientre del capón,
cuando se escabulle de la caverna de Polifemo*.
Desde la tienda del circo escucho
una desafinada música nocturna,
los sonámbulos caminan por una soga en lo alto
y agitan los brazos con inseguridad,
bajo ellos gritan sus amigos,
para despertarlos por completo,
porque quien está arriba, debe bajar,
y quien duerme, que se hunda en el sueño.
* Odiseo y sus compañeros escaparon de Polifemo en la Odisea, atándose a la panza de unos capones (Nota de la trad.).
De Poesía en holograma (Gog y Magog, 2011).
Simon Gregorčič
(1844-1906)
La novia
¿Para quién comprás la corona de flores,
para quién el anillo de oro?
¿Para vos o para alguna de las madrinas,
vas a lo de ellas, es a ellas a quiénes estás invitando a la boda?
Bajó la cabeza enrulada,
se sonrió, se ruborizó,
guardó la compra para la boda,
y salió volando de la tienda.-
Afuera es un día de invierno tormentoso,
nieve nueva se apila sobre la nieve vieja,
bajo su peso suspira el monte y la llanura,
y los árboles de las colinas crujen.
¡Qué le importa a la joven el invierno, el frío!
¡Porque ella florece de juventud,
su corazón está caliente, ardiente su rostro,
y en el pecho le brotan las flores!
Valiente, alegre se apura a través de la nieve
de la plaza al valle angosto,
del valle sube por la pendiente empinada,
porque su casa está del otro lado de la planina.
Por cierto el monte es escarpado y está cubierto de nieve,
pero la joven avanza a paso firme,
la fortalece la juventud y ese sentimiento dulce,
y la felicidad, que la espera con su amado.
Por los cerros trepa alto y más alto,
y en la nieve se graba su huella,
pero la nieve cae fuerte y más fuerte
y tapa las huellas de su paso.
Alto y más alto sube por la ladera,
ya va por la mitad de ese monte grande,
sigue luchando, que caiga nomás la nieve,
porque mañana ya es el día de la boda.
Pero la nube vierte cada vez más nieve,
vuelca una nevada inmensa,
quién habrá visto caer alguna vez tal cantidad de nieve,
ya no se distingue ningún camino.
Sus pasos se hunden profundamente,
ya pierde fuerzas la noviecita joven,
ya no siente las extremidades por el esfuerzo,
le gustaría descansar un poquito.
Pero, ¿dónde? ¡Acá no hay casa, acá no hay techo!
Pero mirá allá en la roca empinada,
ahí la joven encuentra un abrigo modesto,
se agacha para meterse en un hueco poco profundo.
Ahí adentro descansa la joven muchacha,
en la falda tiene el adorno de boda,
¡qué lindo le va a quedar mañana,
cuando se una para siempre con su amado!
Empieza a probarse todos los adornos,
se pone el anillo en la mano,
envuelve la corona alrededor del pelo
y se pierde en pensamientos dulces.
Ya se ve con el amado frente al altar de Dios
avanza con sus hermanos e invitados,
frente a Dios ya están unidos para siempre,
ya los días amanecen dorados para ella.
Se le abre el futuro ante los ojos
floreciente y brillante como el sol,
y una tras otra las imágenes trascurren frente a ella–
¡Ay cuánta, cuánta felicidad!
Eso sueña medio durmiendo medio despierta,
pero cada vez más la abraza el sueño,
se va deslizando lentamente cuesta abajo desde el hueco
Y en la nieve suave se queda dormida...
Está aclarando... y las estrellas ya se levantan
el frío helado aprieta–
¿por qué se están encendiendo las antorchas por el cerro,
para que el monte brille de luz?
Llegaron a buscar a la joven novia,
la buscan y la llaman por la montaña,
la buscan los invitados, el novio y los hermanos,
en el amanecer dorado la encuentran.
Al pie de la pared de piedra duerme indespertable
cubierta por una manta de nieve,
en la izquierda brilla el anillo de boda
blanca corona le envuelve la frente.
De El imán del poeta (Gog y Magog, 2008)
Alojzij Gradnik
(1882-1967)
Recuerdos
Como si pájaros vestidos de silencio
movieran sus alas
así tiemblan las hojas cansadas.
Otra vez volvieron circulares esos
días, del año pasado.
Quedaron huérfanas las palmas de mis manos.
Los recuerdos son una víbora, que pica.
Cadáveres inolvidables
no dejan de morder nuestros corazones.
Sol de otoño
Sol, sol, ¿por qué arden tan potentes
tus cintas doradas en los días silenciosos?
Los campos cansados, los bosques están cansados,
ya no sienten las manos amantes.
Pero el que ahora los ama y los abraza,
les saca la última fuerza y la última sangre,
para que una muerte prematura los alcance.
Sol, sol dorado en lo alto del cielo
sigue brillando, brilla, no le importa nada,
como fuego de un poderoso incendio
cada vez más fuerte en el campo flamea.
Como un hombre, que loco, sin consideración
a la mujer, que agoniza pálida en sus manos,
aún con más fuerza se le prende a la boca.
De La tierra desolada (Gog y Magog, 2009).
(Actualización septiembre – octubre 2013/ BazarAmericano)