RESEÑA SOBRE “POEMAS JOVIALES”

“Sobre Poemas joviales”, por Daniel Freidemberg*

Chaplin y Harpo Marx (sus personajes) y quizá también aquel deslumbrante "bárbaro" de la pintura, el Aduanero Rousseau, podrían haber escrito estos poemas. Hay en ellos cierta jocosa candidez, cierta ternura irónica e irreverente que les otorgan una notoria originalidad y los vuelven atípicos: tanto que me pareció más fácil encontrarles equivalentes en el cine o la plástica que en la literatura. Podrán recordarse, por supuesto, ciertos textos de Prevert o Michaux, algún antipoema de Parra, el inesperado Neruda póstumo del “ Libro de las preguntas” y “ El corazón amarillo” , el Tuñón de “ La calle del agujero en la media ”, cierta poesía beat (Corso, por ejemplo) o algunos pre-surrealistas franceses (Apollinaire, Cendrars, Jacob); pero sólo a título de aproximación. Gandolfo parece haber archivado en sus correspondientes estantes de la memoria todo lo que -con razón o no- llamamos "buena poesía" para ponerse a escribir a su manera. Como era de esperar, algún crítico habló del humor de este libro, poniendo en duda su eficacia en el campo de la poesía. Humor hay, es indudable; aunque quizá fuera mejor decir gracia o desparpajo. Y también es indudable que si la poesía requiere ineludiblemente un tono solemne, un complejo juego de metáforas o la alusión obligada a estados trascendentales del alma o a los desgarrantes conflictos de la humanidad, lo que ha hecho Gandolfo no es poesía. Si, en cambio, dejamos de lado cualquier prejuicio poético o expectativa previa y gozamos libremente la lineal gracia de estos textos, puede ocurrir que, en medio de una sonrisa, nos asalte esa intransferible fulguración que llamamos poesía. Porque a despecho de cualquier encasillamiento, este apacible imprentero rosarino es un poeta. Basta con advertir la cuidadosa contención de su lenguaje, el manejo del ritmo, la astucia (así como es astuta cierta pintura naif) con que elige y carga de sentido las palabras. Basta con advertir el poético equilibrio entre sus temas y la intención reflexiva que, nada explícitamente, los moviliza. Gandolfo se apropia de lo que parece nimio o vulgar y, a través de una mirada muy suya, lo vuelve significativo. Mirada que es también una actitud, un tranquilo desdén hacia tanto fervor establecido, hacia tantas "grandes" palabras sustentadas por un difundido aunque discutible prestigio. Para algunos, para mi, “ Poemas joviales” puede también jugar un papel revitalizador -y por lo tanto necesario- en el cada día menos variado y más cortés panorama de la actual poesía argentina.

Francisco Gandolfo es, con su hijo Elvio, fundador y editor de la revista “El lagrimal trifurca”, de Rosario. Pese a la diferencia de edades, su poesía se integra plenamente al original movimiento que poetas mucho más jóvenes D'Anna, Kern, Diz, Isaías) vienen protagonizando en esa ciudad.

*Nota: Esta reseña apareció en la revista “ El ornitorrinco” , número 3, en 1978. Fue la primera, en el sentido estricto del género, publicada sobre un libro de Francisco Gandolfo (O. A.)